Como siempre, la variedad y calidad ha sido el distintivo que hemos querido potenciar, y muestra de ello es el número de profesionales con el que hemos contado: 28 anticuarios especializados (cada uno en objetos muy diversos), 23 artesanos y 7 puestos especializados en alimentación teniendo en cuenta que, un año más, no hemos podido acoger a todos los solicitantes que querían estar en la feria por lo que no podemos estar más agradecidos por el interés.
Con respecto a artesanos, ha sido un placer incluir cada vez más productos, este año destacando navajas, productos de cuero, lámparas de calabaza, cestería en mimbre, ilustración y estampación manual, bisutería, muñecas de trapo, esencias, ropa tradicional, juguetes de madera o pintura al óleo, entre otros.
Pero como en artesanía no todo es ver el producto final sino que se basa en el proceso, en estos cuatro días ha sido especialmente enriquecedor poder disfrutar de talleres artesanos de forja de hierro, cestería de mimbre, lámparas de calabaza, joyas, cuero, torno de madera e hilado de fibras naturales. Estos talleres han contado con enorme interés y los artesanos nos han transmitido el placer que ha sido compartir su oficio con un público tan observador.
El espacio de alimentación ha sido también un éxito con productos de primera calidad que los asistentes han valorado muy positivamente con productos como pan, setas, anchoas, quesos de cabrales, embutidos, chocolates y el archiconocido Pimentón de la Vera.