Las ferrerías son un valioso testimonio del tipo de instalaciones siderúrgicas hidráulicas tradicionales que utilizaban el horno bajo para la reducción directa del mineral de hierro, y que fueron las precursoras de los altos hornos del S. XIX. Formaban parte de un tipo de industria rural que aprovechaba una serie de recursos básicos para su funcionamiento: la fuerza del agua de los ríos para mover los ingenios hidráulicos, amplias zonas forestales de los que obtener el carbón vegetal con el que reducir el mineral de hierro y, por último, las veneras ó minas de hierro de las que extraer la materia prima con la que elaborar el hierro forjado.
El mayor desarrollo de esta actividad se produce entre los siglos XVI al XIX, pues es entonces cuando se lleva a cabo una especialización y división del trabajo realizado en estas instalaciones hidráulicas, diferenciando entre ferrerías mayores (las ferrerías propiamente dichas) y ferrerías menores (los mazos o machucos). Mientras en las primeras, los ferrones reducían el mineral de hierro para transformarlo en hierro forjado y acero, en las segundas, los herreros estiraban ese hierro ya forjado para convertirlo en herramientas y aperos domésticos.
La Ferrería de Bogo, también conocida como Ferrería de Vilaboa, es un buen ejemplo de este tipo de instalaciones siderúrgicas preindustriales.
Está situada al lado del río Reigadas (de donde obtenía la fuerza hidráulica para mover los fuelles y el mazo), en pleno corazón de la Fraga de As Reigadas (de cuya masa forestal obtenía el carbón vegetal necesario para poder reducir el mineral de hierro) y muy próxima a los yacimientos de hierro conocidos como “As Veneiras” (de donde, casi con total seguridad, extrajo la mayor parte del mineral de hierro que empleó como materia prima).
Aunque la primera prueba documentada sobre esta ferrería data de 1537, algunos historiadores indican que los comienzos de esta ferrería se remonta al año 1534. Existe también documentación sobre una ferrería más pequeña y antigua situada en el mismo lugar donde se ubica la actual y de la que no se conserva ningún vestigio. En la documentación del Catastro de Ensenada (mediados del S. XVIII) constan 2 mazos situados en el lugar de Machuco, muy próximos a la ferrería de Bogo (o de Vilaboa) y de los cuales aún podemos observar las ruínas de uno de ellos, lo que viene a corroborar lo ya comentado sobre la especialización del trabajo que se realizaba por un lado en la ferrería y por otro en los mazos o machucos.
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